Con
el primer bostezo su boca dibujó una redondeada forma justo antes de esconderse
de nuevo entre el blanco lienzo que abrigaba su cuerpo. Un orgánico brazo
salpicado de mínimas gotas color café emborronó su cara en un intento de seguir
creando sueños y en la almohada, manchas de carboncillo recordaban los restos
de maquillaje de la noche anterior.
Lentamente
se fueron bocetando unos ojos de un intenso color cyan donde
hasta ahora sólo había sutiles pinceladas desdibujadas.
Finalmente,
estirando sus apergaminados músculos, compuso sus movimientos para levantarse
de la cama.
Texto: The Sad-Eyed Girl
Foto: Nadav Kander
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