Las películas de Wes Anderson están hechas para gente sensible y observadora. Y es que hay demasiados factores a los que prestar atención: sus particulares personajes (con esos repartos de infarto), sus personales diálogos, sus recurrentes escenas en vehículos, sus siempre potentes vestuarios... Pero si hay algo en lo que nos gusta centrarnos ante todo lo demás es su puesta en escena: detalles, detalles y más detalles. Quién no quiso acercarse a esa gran maqueta (hecha con piezas de Lego!) que se construyó del Gran Hotel Budapest para analizar cada ventana, cortina, cúpula, escalón, estatua y por supuesto aquel encantador funicular. Pues a partir del pasado 9 de mayo, vamos a tener la oportunidad de pasear por un decorado auténtico salido de la mano del genio Anderson.
En este caso no es una escenografía aunque por las fotos bien podría parecerlo, sino un bar que acaba de abrir sus puertas en la Fundación Prada, en Milán. Aquí sí vamos a poder observar de cerca cada uno de los detalles, caminar por él, tocarlo, instagramearlo e incluso tomarnos un rico trozo de tarta digno de la pastelería Mendl's.
Inspirándose en los clásicos cafés milaneses, Wes Anderson ha creado un bar con una esperable paleta de color pastel, mesas de formica como las que usó en el corto Castello Calvanti, mesas de pinball de Steve Zissou y una encantadora jukebox
Fotos: The Guardian y Booooooom
Y para terminar, el corto del que os hablaba antes:
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